La historia de la relojería se ha escrito a través de innovaciones técnicas que han redefinido nuestra forma de medir el tiempo. Desde los primeros mecanismos puramente mecánicos hasta la llegada del cuarzo, ciertos calibres han marcado puntos de inflexión que transformaron por completo la industria. Conocer estos movimientos emblemáticos no solo permite apreciar la ingeniería detrás de cada pieza, sino también comprender cómo las marcas han equilibrado precisión, fiabilidad y accesibilidad a lo largo de décadas. Este recorrido por los calibres más influyentes revela tanto la creatividad suiza como la capacidad innovadora japonesa, demostrando que la excelencia relojera puede manifestarse en múltiples formatos y filosofías de diseño.
La revolución mecánica: calibres que transformaron la relojería tradicional
La relojería mecánica vivió una transformación radical a partir de mediados del siglo XX, cuando ciertos calibres lograron combinar complejidad técnica con producción en serie. Esta combinación permitió que complicaciones antes reservadas a piezas exclusivas llegaran a un público más amplio, democratizando el acceso a la alta relojería sin sacrificar la calidad ni la precisión. Los movimientos mecánicos que surgieron en esta época establecieron estándares que aún hoy definen lo que esperamos de un reloj automático de calidad.
El Valjoux 7750: el cronógrafo automático que democratizó la alta relojería
Cuando Valjoux presentó el calibre 7750 en la década de 1970, la industria relojera se encontraba en plena crisis del cuarzo. Este movimiento automático con función de cronógrafo representó una respuesta mecánica contundente a la amenaza electrónica, ofreciendo una complicación tradicionalmente costosa en un formato robusto y relativamente accesible. Su arquitectura integrada, donde el mecanismo de cronógrafo forma parte del diseño base en lugar de ser un módulo añadido, garantizó una fiabilidad excepcional que rápidamente conquistó tanto a fabricantes como a coleccionistas. El Valjoux 7750 se convirtió en la base para innumerables relojes de marcas prestigiosas, desde Omega hasta Breitling, y su legado perdura en la actualidad bajo la denominación ETA 7750. Con una reserva de marcha que ronda las cuarenta y ocho horas y una frecuencia de oscilación de veintiocho mil ochocientas alternancias por hora, este calibre equilibra precisión y practicidad de manera magistral. Su sistema de carga automática bidireccional y la disposición de sus subesferas a las seis, nueve y doce horas se han convertido en rasgos icónicos reconocibles al instante.
ETA 2824-2: la base mecánica más versátil y fiable de la industria
Si hay un calibre que personifica la relojería suiza accesible y confiable, ese es el ETA 2824-2. Introducido en su forma actual durante los años setenta, este movimiento automático de tres agujas ha servido como columna vertebral para miles de modelos de relojes en todo el mundo. Su diseño modular facilita tanto la producción en masa como el mantenimiento, aspectos que han contribuido a su adopción masiva por parte de marcas de todos los segmentos de precio. Fabricado con componentes de alta calidad que incluyen rubíes sintéticos para reducir la fricción en puntos críticos, el ETA 2824-2 ofrece una reserva de marcha aproximada de cuarenta y dos horas y una precisión que puede ajustarse según el grado de cronometría elegido por el fabricante. Tissot, Hamilton y numerosas casas independientes han confiado en este calibre para sus colecciones, aprovechando su fiabilidad probada y la facilidad para encontrar piezas de repuesto. La estructura del tren de engranajes y el sistema de escape han sido optimizados a lo largo de décadas, resultando en un movimiento que equilibra coste de fabricación con rendimiento duradero. La disponibilidad de versiones con diferentes decorados y acabados permite que el mismo mecanismo interno sirva tanto para relojes de entrada como para piezas de gama media alta.
Pioneros del cuarzo: los movimientos que iniciaron la era moderna
La llegada del cuarzo a la relojería representó una disrupción tecnológica sin precedentes. Lo que comenzó como un experimento científico en laboratorios japoneses y suizos terminó revolucionando por completo la industria, ofreciendo niveles de precisión inalcanzables para los mecanismos mecánicos tradicionales. Los primeros calibres de cuarzo no solo demostraron su superioridad técnica en términos de exactitud, sino que también abrieron la puerta a diseños más delgados, ligeros y asequibles que transformaron el mercado global.
Seiko Calibre 35SQ: el primer movimiento de cuarzo comercial de la historia
En diciembre de mil novecientos sesenta y nueve, Seiko lanzó el Astron, equipado con el revolucionario calibre 35SQ, el primer movimiento de cuarzo comercial del mundo. Este hito técnico marcó el inicio de la llamada crisis del cuarzo, que obligaría a la industria suiza a replantearse completamente su estrategia. El calibre 35SQ utilizaba un cristal de cuarzo como base para generar oscilaciones extremadamente regulares, alcanzando una precisión de cinco segundos al mes, una cifra asombrosa comparada con los estándares mecánicos de la época. La manufactura japonesa demostró que la innovación no conocía fronteras geográficas y que la tecnología podía desafiar siglos de tradición suiza. Aunque el precio inicial del Astron era equivalente al de un automóvil pequeño, la tecnología de cuarzo pronto se abarataría, permitiendo que millones de personas accedieran a relojes precisos y fiables. El impacto del calibre 35SQ trascendió lo comercial, redefiniendo las expectativas del consumidor respecto a lo que un reloj debía ofrecer en términos de precisión y mantenimiento.
ETA 956.112: precisión suiza aplicada a la tecnología de cuarzo
Mientras Seiko lideraba la revolución del cuarzo desde Japón, Suiza no permaneció inmóvil. ETA, el gigante de la manufactura de movimientos, desarrolló su propia línea de calibres de cuarzo entre los que destaca el 956.112. Este movimiento demostró que la reputación suiza por la calidad y la precisión podía aplicarse igualmente a la tecnología electrónica. El calibre 956.112 se caracteriza por su fiabilidad excepcional y su larga vida útil de batería, aspectos fundamentales para consolidar la confianza del mercado en los relojes de cuarzo. Su arquitectura optimizada permite integrarlo en cajas de diversos tamaños y estilos, desde relojes de vestir elegantes hasta deportivos robustos. La adopción de este calibre por parte de marcas como Tissot y otras casas del grupo Swatch garantizó su difusión masiva y consolidó la posición de ETA como proveedor clave no solo en el ámbito mecánico sino también en el electrónico. La precisión alcanzada por este tipo de movimientos, combinada con un mantenimiento mínimo y costes de producción controlados, permitió que la relojería suiza mantuviera su relevancia en un mercado cada vez más competitivo y orientado al valor.
Calibres legendarios de manufactura: obras maestras de la ingeniería relojera

Más allá de los movimientos producidos en masa, ciertas manufacturas han desarrollado calibres propios que representan la cúspide de la innovación y la artesanía. Estos movimientos internos no solo distinguen a las marcas que los crean, sino que también establecen nuevos estándares técnicos y estéticos que inspiran a toda la industria. La capacidad de diseñar, fabricar y ensamblar un calibre completo dentro de las propias instalaciones es un sello de prestigio que pocas casas relojeras pueden ostentar.
Rolex Calibre 3135: robustez y precisión en el movimiento automático de referencia
Rolex ha construido su reputación sobre pilares de fiabilidad y precisión, y el calibre 3135 es una expresión perfecta de esta filosofía. Introducido a finales de los años ochenta, este movimiento automático se convirtió rápidamente en el corazón de modelos icónicos como el Submariner, el Datejust y el Sea-Dweller. Su arquitectura robusta incorpora numerosas innovaciones patentadas, incluyendo el muelle Parachrom azul, que ofrece una resistencia excepcional a los campos magnéticos y las variaciones de temperatura. La precisión del calibre 3135 es tal que Rolex lo certifica internamente con estándares más estrictos que los impuestos por organismos externos, garantizando una desviación de solo dos segundos al día en condiciones normales de uso. La reserva de marcha supera las cuarenta y ocho horas, permitiendo que el reloj funcione durante todo un fin de semana sin necesidad de llevarlo puesto. El sistema de carga automática perpetua, con su rotor bidireccional, asegura un bobinado eficiente incluso con movimientos moderados de la muñeca. Cada componente del calibre 3135 ha sido diseñado pensando en la durabilidad a largo plazo, desde los rubíes sintéticos que minimizan el desgaste hasta el escape optimizado que garantiza una marcha constante y fiable.
Omega Co-Axial 8500: la reinvención del escape para una nueva generación
Omega desafió décadas de convenciones técnicas al introducir el calibre Co-Axial 8500, un movimiento que incorpora un sistema de escape revolucionario diseñado originalmente por el relojero británico George Daniels. El escape co-axial reduce significativamente la fricción entre los componentes, lo que se traduce en una mayor precisión a largo plazo y intervalos de mantenimiento más espaciados. A diferencia del escape suizo tradicional, que requiere lubricación frecuente, el diseño co-axial distribuye el impulso de manera más eficiente, minimizando el desgaste y prolongando la vida útil del movimiento. El calibre 8500 también incorpora un sistema de regulación libre mediante tornillos de ajuste en el volante, eliminando la necesidad del raquete tradicional y permitiendo ajustes más precisos y estables en el tiempo. Con una reserva de marcha superior a las sesenta horas y una frecuencia de veinticinco mil doscientas alternancias por hora, este calibre combina innovación técnica con un rendimiento excepcional. Omega ha apostado decididamente por esta tecnología, convirtiéndola en un estándar en sus colecciones más prestigiosas y demostrando que la innovación sigue siendo posible incluso en un campo tan maduro como la relojería mecánica.
Movimientos que marcaron hitos técnicos en la medición del tiempo
A lo largo de la historia relojera, ciertos calibres han destacado no solo por su calidad general, sino por introducir innovaciones específicas que cambiaron para siempre la forma en que se mide y se experimenta el tiempo. Estas contribuciones técnicas, desde la alta frecuencia hasta la democratización de la calidad japonesa, han ampliado los límites de lo posible y han inspirado generaciones de relojeros e ingenieros.
Zenith El Primero: el primer cronógrafo automático de alta frecuencia
En mil novecientos sesenta y nueve, el mismo año en que Seiko lanzaba su primer cuarzo, Zenith presentaba el calibre El Primero, un cronógrafo automático que revolucionó la relojería mecánica. Su característica más distintiva era su alta frecuencia de treinta y seis mil alternancias por hora, equivalente a cinco hercios, lo que permitía medir décimas de segundo con una precisión sin precedentes en un movimiento automático. Esta frecuencia elevada no solo mejoraba la precisión del cronógrafo, sino que también otorgaba una fluidez excepcional al segundero, creando un efecto visual casi hipnótico. El desarrollo del El Primero fue un proyecto ambicioso que implicó la integración completa del mecanismo de cronógrafo en la arquitectura del movimiento base, evitando las soluciones modulares que resultaban menos fiables. La reserva de marcha de cincuenta horas y la robustez del diseño convirtieron al El Primero en una referencia para otras manufacturas, incluida Rolex, que utilizó una versión modificada del calibre en sus primeros modelos Daytona automáticos. La supervivencia del El Primero durante la crisis del cuarzo, cuando muchos otros proyectos mecánicos fueron abandonados, es testimonio de su excelencia técnica y su valor duradero. Hoy en día, Zenith continúa produciendo versiones actualizadas del calibre, manteniendo viva la tradición de innovación que lo caracterizó desde su nacimiento.
Miyota 9015: la alternativa japonesa que conquistó la relojería accesible
Mientras que Seiko se consolidaba como gigante de la relojería de alta gama, Citizen desarrollaba bajo su división Miyota una línea de calibres mecánicos destinados a ofrecer calidad excepcional a precios competitivos. El calibre Miyota 9015 representa el punto culminante de esta estrategia, ofreciendo un movimiento automático de tres agujas con especificaciones técnicas que rivalizan con opciones suizas mucho más costosas. Con una frecuencia de veintiocho mil ochocientas alternancias por hora, una reserva de marcha de cuarenta y dos horas y un sistema de carga automática bidireccional, el 9015 se ha convertido en la opción predilecta para marcas independientes y micromarcas que buscan ofrecer relojes mecánicos de calidad sin comprometer la rentabilidad. Su arquitectura modular facilita la producción en masa y el servicio técnico, mientras que su fiabilidad probada ha ganado la confianza tanto de fabricantes como de usuarios finales. El calibre Miyota 9015 demuestra que la innovación relojera no se limita a los segmentos de lujo y que la relación precio-calidad puede ser un diferenciador clave en un mercado cada vez más informado y exigente. Su adopción masiva ha contribuido a democratizar el acceso a la relojería mecánica, permitiendo que entusiastas de todos los niveles económicos disfruten de la magia de un movimiento automático genuino sin necesidad de invertir miles de euros.
